Cuento sobre un sueño

 

Podía sentir como cada vez se me hacía más difícil respirar, estuve mucho tiempo intentando salir del agua, pero fracasaba en cada intento, sentí como poco a poco me quedaba sin fuerzas y mi cuerpo era arrastrado hacia las frías profundidades del mar. 
De pronto unas risas llegaron a mis oídos, pero la oscuridad me impedía ver de donde provenían, mientras más me hundía las risas resonaban cada vez más fuerte, y fue entonces cuando una corriente de agua me expulsó de una forma brusca llevándome hasta la orilla de una playa. 
Intenté lo más rápido ponerme de pie y escapar de la terrorífica escena, pero mis piernas no me respondían, no podía parar de toser, con todas mis fuerzas me arrastré para poder salir del agua, cuando mi cuerpo toca la arena seca se tranquilizó. Me quedé mirando el cielo gris mientras que en mi cabeza se cruzaban miles de preguntas, una de ellas era de por qué me encontraba en ese lugar. El ruido de unas risas interrumpieron mis pensamientos, me levanto para poder ver de donde preveían y cuando volteo veo de lejos una casa, me quedé observándola unos segundos hasta que no muy convencida tomó la decisión de caminar hasta el lugar. 
Cuando llegó a la puerta tomó valor para abrirla, pero la persona que se encontraba detrás se adelantó dejando ver a una mujer mayor que conocía perfectamente, era mi abuela, igual como la última vez que la vi, tal como la recordaba, no había cambiado nada. Ella había dejado la tierra hace unos años a causa de una enfermedad, no podía creer lo que mis ojos estaban viendo, pero esa no era la única sorpresa, atrás de ella se encontraba un sillón igual que el de su casa, el lugar donde pasaba muchas tardes de mi niñez cuando ellos me cuidaban mientras mis papás trabajaban, lo que más me llamó la atención fue el señor que se encontraba sentado allí, era mi abuelo, el cual al verme se levantó con una gran sonrisa en el rostro. No podía creer que realmente estaba con ellos dos, otra vez después de tantos años. La primera que abrace fue a mi abuela, sentí que con ese abrazo le transmití lo mucho que la extrañaba al igual que mi abuelo, pude observar detenidamente la casa, estaba igual que la casa de mis abuelos en San Isidro, pero se sentía algo diferente, pero no podía distinguir que era. 
-  ¿Estás bien? Me pregunta Norma, mi abuela. Haciendo que salga de mis pensamientos
-  Si estoy bien, solo que siento rara la casa. Mientras seguía observando cada detalle,
-  Está igual que siempre Alex, hace mucho no venís a visitarnos. Me dijo con una sonrisa media triste
En ese momento me puse a pensar los últimos años que viví con mis abuelos, realmente no iba mucho a visitarlos, pero no porque no quisiera sino porque uno va creciendo y va dejando de lado algunas cosas sin darse cuenta. La voz de mi abuelo haciéndome una pregunta hizo que volviera a la situación en la que me encontraba
-  Alex, ¿jugamos al ajedrez?. Me dijo mi abuelo con esa voz tan dulce que extrañaba tanto.
-  Si Abue. Le dije devolviéndole una sonrisa.
El ajedrez fue un juego que mi abuelo intentó repetidas veces enseñarme cuando era más chica, pero no fue hasta que crecí que al fin pude entenderlo, siempre tuvo esa gran paciencia que lo caracterizaba. 
Mientras jugábamos podía sentir un nudo en la garganta, me estaba conteniendo las ganas de llorar, a él era al que hace más tiempo no veía, nos había dejado unos años antes que mi abuela. Ese momento me hizo desear con todas mis fuerzas que este momento fuera real, qué está pasando, pero yo tenía muy marcado los recuerdos del día que los despedí a ambos. Es raro de explicar, pero me encontraba consciente de que era un sueño, una especie de recreación de mis tardes cuando iba a visitar a mis abuelos.
Después de varias partidas de ajedrez con mi abuelo, mi abuela nos llamó para comer. Nos sentamos en la mesa, cada uno en su lugar de siempre. Las típicas charlas mientras cenábamos no faltaron, al igual que las risas por las anécdotas de mi abuelo, siempre tenía una nueva para contar. En ese momento mientras ellos hablaban sobre algún tema que no escuche, me detuve a observarlos y apreciarlos detenidamente, ya no sentía ese nudo en la garganta, estaba tranquila y con una gran sonrisa.
De repente todo se volvió oscuro de nuevo, sentí como poco a poco mis ojos se iban abriendo, tenía la visión borrosa, pero podía distinguir que me encontraba en mi cuarto, ya era de día. Me levanté de golpe para agarrar el celular y buscar el significado del sueño, más específicamente, qué significa soñar que te estás ahogando en el mar porque fue lo que más me llamó la atención del sueño. La página que encontré decía que significaba que la situación actual que se está atravesando uno sea económica, sentimental o profesional, nos está llevando a la desesperación, es una situación que nos ahoga, que genera estrés, ansiedad y muchos nervios. Con esta información intenté buscarle un significado al sueño relacionado con mis abuelos, en ese momento me encontraba en una etapa donde necesitaba mucho de ellos contarles cosas que me estaban pasando, siempre que tenía un problema o me encontraba mal iba a su casa a buscar un poco de tranquilidad con su compañía, lo que más me generaba estrés es que desde que se fueron no tenía ningún sueño con ellos, hasta el día de hoy, que después de mucho tiempo pude volver a sentirlos tan cerca, nada había cambiado, como si ellos nunca se hubieran ido.


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